La sonrisa torcida, con zapatillas sucias y desatadas y el corazón palpitando a 200 km/h. Se sentía a tres metros sobre el cielo dirian las chavalas ahora, no? Ahora se daba cuenta de lo que era ser feliz, lo tenía de frente, a cinco centímetros de su boca y lo único que se le ocurrió decir fue:
- Pensaba que te habías olvidado de mí.
Meritxell Fernández Hernández.
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